viernes, 18 de marzo de 2011

Japón busca frenar catástrofe nuclear.

Japón lucha por todos los medios para tratar de enfriar los reactores de la central nuclear de Fukushima, pero el pesimismo aumenta en todo el mundo, desencadenando una fuga masiva de extranjeros de Tokio.
Ingenieros japoneses trabajan para restaurar la red principal de energía en el sitio atómico dañado tras el sismo, con el fin de empezar a bombear el agua necesaria para poner frías las varillas de combustible y evitar una catástrofe.
No dijeron cuándo podrán terminar de instalar un cable de electricidad de 1,5 kilómetros, pero indicaron que las tareas se detendrán hoy para permitir que helicópteros militares y camiones cisterna vuelvan a rociar la planta de Daiichi.
Las autoridades niponas tenían que hacer frente también a la creciente impaciencia de unos 500.000 damnificados, ante la escasez de agua potable y de víveres a pesar de una movilización sin precedentes de unos 80.000 soldados, policías y socorristas en el devastado noreste.
La mayor preocupación es la crisis nuclear, la más grave en el mundo desde la de Chernobyl, en 1986.
Por primera vez, 4 helicópteros del ejército lanzaron varias toneladas de agua sobre los reactores más dañados, sobre todo el 3. 5 camiones cisternas entraron igualmente en acción. Su objetivo era fundamentalmente llenar la piscina de combustible usado que fue dañada por una explosión e incendios.
El operador Tokyo Electric Power (TEPCO) indicó que no podía determinar la cantidad de agua que entró en la pileta porque sus responsables no podían verla.
No obstante, la Agencia de Seguridad Nuclear indicó que estaba saliendo vapor de los edificios que habían sido regados, lo que significa que el agua cayó sobre puntos calientes en las zonas problemáticas, como se deseaba. La misma operación se llevará a cabo hoy.
Expertos extranjeros consideran que la piscina del reactor 4 está ahora casi seca, lo que podría provocar niveles extremadamente elevados de radiaciones. La fusión de combustible podría provocar la emanación de partículas radiactivas causando un desastre.
Los sistemas de refrigeración fallaron el viernes luego de un terremoto de magnitud 8,9, el más fuerte que haya conocido Japón, seguido de un tsunami que asoló la costa del noreste del país.
El Instituto Francés de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN) afirmó que las 48 horas siguientes serán cruciales.
Por su parte, China pidió a las autoridades niponas informaciones concretas y precisas para calmar a una opinión pública preocupada por la eventual llegada al país de emisiones radiactivas.
El gobierno nipón fijó por ahora un perímetro de seguridad de 30 kilómetros y afirmó que las radiaciones más allá de la zona de exclusión de 20 kilómetros no plantean un peligro inmediato para la salud. Por precaución, 10.000 personas de la prefectura de Fukushima serán sometidas a tests de radiactividad.
Mientras en el extranjero reina una inquietud rayana en el pánico, la población local, sobre todo en Tokio, se muestra sorprendentemente serena y disciplinada, en espera de nuevas instrucciones del gobierno.
Los vientos probablemente continuarán siendo favorables, empujando hacia el océano Pacífico los desechos radiactivos de la central nuclear.
Un intenso frío y grandes nevadas degradaron aún más las condiciones de vida y de trabajo para los damnificados del sismo y del tsunami y los socorristas movilizados en el noreste.

TOKIO (AFP-NA)

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